18 de junio de 2010

José Saramago desde el Parnaso

Hoy, en este ocio incierto
sin placer ni razón,
como un túmulo abierto 
cierro mi corazón.


¿Qué mal sufre un muerto?
¿Contra qué defenderlo?

(Fernando Pessoa).


Muerto quedó, muerto se fue. José Saramago eligió entre el oro y el Parnaso. 
Le brindo unos versos del fingidor y poeta Fernando Pessoa. Dejo un extracto del brindis que propuso Saramago al recibir el Premio Nobel de Literatura en 1998.





"Este medio siglo no parece que los gobiernos hayan hecho por los derechos humanos todo aquello a lo que moralmente estaban obligados. Las injusticias se multiplican, las desigualdades se agravan, la ignorancia crece, la miseria se expande. La misma esquizofrénica Humanidad, capaz de enviar instrumentos a un planeta para estudiar la composición de sus rocas, asiste indiferente a la muerte de millones de personas a causa del hambre. Se llega más fácilmente a Marte que a nuestro propio semejante. 



 









Alguien no está cumpliendo con su deber. No lo están cumpliendo los gobiernos, porque no saben, porque no pueden, o porque no quieren. O porque no se lo permiten aquéllos que efectivamente gobiernan el mundo, las multinacionales y plurinacionales cuyo poder, absolutamente no democrático, ha reducido a casi nada lo que todavía quedaba del ideal de la democracia. Pero tampoco estamos cumpliendo con nuestro deber los ciudadanos que somos. Pensemos que ninguno de los derechos humanos podría subsistir sin la simetría de los deberes que les corresponden, y no es de esperar que los gobiernos realicen en los próximos 50 años lo que no hicieron en éstos que conmemoramos. Tomemos entonces, nosotros, ciudadanos comunes, la palabra. Con la misma vehemencia con que reivindicamos los derechos, reivindiquemos también el deber de nuestros deberes. Tal vez así el mundo pueda ser un poco mejor". 



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Quiero terminar entre rosas, porque las amé en la infancia.
Los crisantemos de después, los deshojé en frío.
Hablad poco despacio. 
Que yo no oiga, sobre todo con el pensamiento.
¿Qué quise? Tengo las manos vacías, 
crispadas flébilmente sobre la colcha lejana.
¿Qué pensé? Tengo la boca seca, abstracta. 
¿Qué vivi? ¡Era tan bueno dormir!
(Fernando Pessoa).




¿Y los saramagos? ¿A dónde han ido?
¿A dónde han ido todas las flores?