27 de marzo de 2012

27-M, día del Teatro

Sí, he vuelto a caer. Hoy estoy repasando un guión (homenaje a Lorca) y preparando mis notas para la iluminación. En esta ocasión, daré luz para que brillen los 170 actores.
Hoy, en el día mundial del Teatro, me dejo morder por este extraño animal:




El Teatro, ese extraño animal.



Tanto el mundo de la utopía y la locura, como el mundo de la fantasía y la imaginación, únicamente existen en las mentes y las ánimas de cada uno, y son pocos los privilegiados que se atreven a esforzarse por una vida más justa y más bella sabiendo que la única recompensa es la satisfacción personal y no los resultados. Allí donde fantasía y realidad se unen, surge el Teatro. El Teatro es una fuente de emociones inagotable, un generador de energía sin límite. Pocos saben, pocos han experimentado lo que supone abrirse la piel de par en par y volcarse en una causa, dejando que un personaje extraño, un ente ajeno, se apodere de ti hasta envolverte y dominarte. Terminada la función, te desprendes de tu papel como una piel vieja, pero queda su impronta para siempre. El que baja del escenario tras cerrar el telón, ya no es el mismo que subió. Es indescriptible experimentar las emociones que se ocultan entre bambalinas, pocos saben que las potentes luces de los focos no deslumbran tanto como las sonrisas abiertas y los ojos vidriosos del público entregado.

Estas letras pretenden rendir homenaje al impagable (y mal remunerado) esfuerzo que realizan los grupos de teatro. El Teatro es un virus que se contagia y se retroalimenta, y lo único que espera quien actúa, es que al terminar los aplausos surjan espontáneos como palomitas recién hechas. Tal vez, después, algún ánima amiga y cómplice le ofrezca su abrazo sincero. Y eso es más que suficiente.
Entregarse al Teatro es un riesgo, una aventura, una locura que muy pocos se atreven a asumir. Estoy seguro de que existen cientos de razones para abandonar, para dejarlo, para no volver a caer en la magia del drama. Pero un verdadero actor sólo necesita una razón para seguir. Es algo que sólo puede entenderse asumiendo que, quien lo hace, lo hace por amor al Teatro. El Teatro desprende una magia especial que inmediatamente crea vínculos y destruye barreras; extraño animal el Teatro... que más muerde a quien más lo alimenta.
William Shakespeare hizo gritar así al Rey Ricardo III : “¡Mi Reino por un caballo!”. Déjame hacer mío ese grito ofreciendo mi escaso reino por cada abrazo que recibí en una mágica noche del 18-J. Mi gratitud infinita y mi ánimo animal para quienes día a día siguen dejándose morder por ese extraño animal llamado Teatro.



(Publicado en la Revista La Tregua).

21 de marzo de 2012

21-M, día de la Poesía



Una chispa, un impulso químico en el día de la Poesía.

"Eres. Hieres. Quieres. Requieres.
En algún espejo tienes que estar".


CÓMO ENCONTRAR UN AMOR
 
Imagina un paraje solitario;
tres velas sobre la mesa,
bajo la Luna, un lecho de nubes blancas
la acomoda y la mece; un sollozo
de un perro hambriento, y silencio,
roto por una música tranquila.

Nuevas siluetas aparecen
esculpiendo la noche:
Un farol estático sin luz,
una solitaria chimenea
con tos de pulmón, y dos sillas:
Una silla vacía; en la otra, tú.

Imagina quién ocupa esa otra silla.
Nada más. Una vela se apaga. Las otras,
moribundas, se dejan consumir.
El perro, devorado ya por su hambre
y su sueño, duerme. Recuerda:
‘Quieres’ y ‘Requieres’ son antónimos.


7 de marzo de 2012

Almudena Grandes

                La escritora Almudena Grandes presentó el día 6 de marzo, desde Alcalá la Real, su nueva novela, El lector de Julio Verne, ambientada en la Sierra Sur de Jaén durante los años de la postguerra. El libro comienza hablando del tiempo, de cómo el inicio del invierno aquí no lo marca el calendario, sino que cuando llega, lo sabes. Y llega para quedarse. Esa descripción inicial, leída por el cantante Miguel Ríos, ya logra que te aprietes un poco la camisa, casi notando el viento frío en el pecho. En el libro, ya habrá tiempo para hablar de Nino, el protagonista, hijo de un guardia civil. Almudena Grandes aún se extraña de sorprenderse a sí misma llorando por un personaje ficticio que ella ha creado... creciendo con él, sufriendo con él.
             


           Yo, desde el escenario, sentado a la espalda del granadino Miguel Ríos, de repente me vi, sin pretenderlo –os lo aseguro–, dentro de una historia de la Historia, teniendo unos recuerdos que nunca tuve y sintiendo una pesadumbre por una negra historia de la Historia de España.
               
                Y así, después de un recorrido por la postguerra, los maquis, los personajes y la historia, uno se ve, sin pretenderlo, inmerso en una escena; uno se ve, sin pretenderlo, dentro de un cuartel, entre paredes finas, casi porosas, pretendiendo –sin lograrlo– aliviar, abrazar, consolar a un niño inocente, que a su vez intenta aliviar, abrazar, consolar a su hermana aún más pequeña, despertada por los gritos, mientras en otro rincón del cuartel un teniente “interroga” al padre de alguien, “persuade” a la madre indefensa de nadie, “sondea” al hermano de todos, de nadie. Curiosos eufemismos...
                El silencio de la sala me resultó ensordecedor en aquel instante, al son de las mentiras cantadas... Ese silencio reflejaba los pensamientos y recuerdos de cada persona presente, y pude escuchar en un aire mudo algunas oraciones sin destino: “mi abuelo pudo haber estado allí”, “madre me contó una vez algo parecido”, “el abuelo se hizo al monte”, “aún recuerdo cuando mataron al tío Emilio”, “mi padre era sargento”, “mi familia pudo huir a Francia”... pero aunque las preces ya no valen, yo lancé la mía al aire mudo. Y me vi teniendo recuerdos que nunca tuve, intentando, sin pretenderlo –ni conseguirlo–, consolar a un niño ficticio que sin embargo representa a cada niño real que tuvo que crecer muy deprisa para poder sobrevivir a una época tan dura, tan triste, tan oscura, en la que el miedo convivía con ambos bandos, en la que ambas Españas helaban el corazón.
                  Ese escalofriante fragmento final (leído por Carmen Machi), que entremezcla los gritos del “interrogatorio” y la canción interminable de Nino para consolar las mudas lágrimas de la niña, tiene una tensión que combina angustiosa y magistralmente la caricia con la dentellada, la violencia con la ternura, los dioses y las patrias, la compasión y la crueldad, la canción con el grito, el amor y el odio y, en definitiva, la vida y la muerte. Así, y nunca mejor dicho: “golpe a golpe, verso a verso”.


               Enhorabuena a Almudena Grandes por su novela y por su “presentación soñada”; gracias a Miguel Ríos, Carmen Machi y Miguel Ángel Aguilar por una noche que será recordada en Alcalá la Real por mucho tiempo. Alcalá , acogedora como siempre, respondió a esta convocatoria llenando el Teatro Martínez Montañés.


Foto con el poeta Luis García Montero.