28 de marzo de 2011

Meditación: Terapia para la Migraña


NOTA:  Este post es un resumen. Si quieres leer el ensayo entero, deja un comentario con tu mail o envíame un mail.


La práctica del zazen es muy eficaz para la salud del cuerpo y del espíritu, a los que conduce a su condición normal”.    Taisen Deshimaru, Maestro Zen.

 Zen. breve introducción

Uno de los mayores y más importantes fundamentos de la filosofía Zen es la meditación profunda, llamada zazen, que literalmente significa “sentarse a pensar”. Pero meditar no es razonar y sopesar problemas, ansiedades y preocupaciones, sino liberarse de ellos mediante un estado mental y espiritual de vacuidad o vacío (llamado Ku).

Hacer zazen equilibra cuerpo y mente y los lleva a su estado normal. Ahí es donde radica su potencial curativo. El silencio y la tranquilidad es el estado normal. A través de este equilibrio, se elimina el sufrimiento. T. Deshimaru, introductor del Zen en Europa, añade: “Es el espíritu el que sufre. Si se está ansioso, se sufre. Si se cortan las raíces de la ansiedad, este sufrimiento desaparece”. 

            Migraña.

 La Migraña es un desorden neurológico del cerebro. No es un síntoma, sino una enfermedad crónica, debilitante y causa de discapacidad. Es decir, que la migraña es una enfermedad neurobiológica per se, mientras que los dolores de cabeza ‘comunes’ no crónicos son meros síntomas por alguna otra causa. Aquí, la Medicina distingue entre cefaleas primarias y secundarias.

             Beneficios de la meditación Zen como terapia ante la Migraña

Desde un punto de vista estrictamente científico y dejando a un lado la parte mística que puede tener el Zen, el Zazen es una disciplina mental, que consigue una alteración del estado de la conciencia, demostrable empíricamente. Este proceso mental es una meditación vacía de contenido conceptual.

Como hemos dicho, la Migraña es un desorden neurológico; el zazen devuelve a la mente a su condición normal, su estado original, y conseguirá aliviar o eliminar la migraña.

Desde un punto de vista psicofisiológico, se menciona el ‘control voluntario’, un término usado en Retroalimentación y en Medicina Psicosomática para expresar la posibilidad de alterar estados físicos internos de una forma voluntaria. Se puede contrarrestar una reacción autónoma del cuerpo con un control voluntario de la conciencia.

El zazen no es panacea ni un remedio milagroso. El zazen no puede controlar los aspectos meteorológicos o alimentarios detonantes de muchas crisis migrañosas, pero sí que puede ayudar con los factores emocionales, como el estrés, el desorden del sueño o la ansiedad.

Para dar los primeros pasos en el zazen basta con consultar cualquier libro o alguna página de internet sobre Zen. Aún así, para profundizar en el Zen es imprescindible acudir a un Maestro Zen que nos guíe, nos corrija y nos aconseje.

NOTA:  Este post es un resumen. Si quieres leer el ensayo entero, deja un comentario con tu mail o envíame un mail.

8 de marzo de 2011

Por una Historia Plural

(Pulsar en view subtitles, spanish)

Hace unos días, la creciente corriente de la Elbacracia se pronunciaba colocando este magnífico vídeo en su blog , sobre la idea de la "historia única". El mundo iría mucho mejor con más ideas elbacráticas y menos ideologías rancias y obsoletas como las que rigen nuestras sociedades en todo el mundo.
Aquí dejo mis impresiones... por un mundo más elbacrático.



Una abuela negra.
(Capítulo extraído del libro autobiográfico “My Place”, 1987, escrito por Sally Morgan).


Hacia el final del año escolar, llegué a casa temprano un día, y encontré a la abuela sentada en la mesa de la cocina, llorando. Me quedé paralizada, nunca la había visto llorar antes.
-          - Abuela, ¿qué pasa?
-          - ¡Nada!
-          - Entonces, ¿por qué lloras?

Levantó su brazo y estampó su puño cerrado contra la mesa de la cocina.
-          - “Malditos niños, vosotros no me queréis, vosotros queréis una maldita abuela blanca, yo soy negra, ¿me oyes? ¡Negra, negra, negra!”. 
Con esto, la abuela empujó su silla y corrió a su habitación. Yo me quedé allí, podía sentir la correa de mi pesada mochila cortándome en el hombro, pero estaba demasiado atónita para quitármela.
                Por primera vez en mis quince años, fui consciente del color de piel de la abuela. Ella tenía razón, no era blanca. Pensé, bueno, si ella no es blanca, entonces nosotros tampoco. ¿Qué fue lo que nos hizo? ¿qué me hizo? Nunca me había considerado ser negra.
                Aquella noche, estando Jill [mi hermana] y yo tumbadas en nuestras camas, mirando un poster de John, Paul, George y Ringo, dije:
-          - Jill, ¿tú sabías que la abuela es negra?
-          - Por supuesto.
-          - Yo no, lo descubrí hoy.
-          - Ya sé que no lo sabías. Eres muy tonta a veces. ¡Oh!, ¡y tú dices que yo soy crédula!, hay cosas que no ves.
-          - Oh.
-          - Sabes que no somos indios, ¿no? – dijo Jill.
-          - Mamá dijo que éramos indios.
-          - Mira la abuela, ¿parece india?
-          - Nunca he pensado cómo es, quizá viene de una tribu india que no conocemos...
-          - ¡Ja! Tú sabes qué somos, ¿no?
-          - No... ¿qué?
-         -  ¡Aborígenes, somos aborígenes!

Pude ver que Jill no era muy feliz con la idea.

 **  **


Yo estudié a Chinua Achebe. No llegué a leer su principal obra, "Todo se desmorona", en la que cuenta el efecto negativo que tuvo en África la llegada del hombre blanco., a expoliar los recursos de la tierra y de la gente africana. Aunque sea difícil de imaginar, forma parte de la Literatura Inglesa, que además de Shakespeare, Wilde, Dickens, Arthur Miller, Whitman, RW Emerson, TS Elliott... también está formada por la llamada “Literature written in English”, escrita por africanos, australianos, hawaianos, etc., en países de la Commonwealth o en países coloniales, antiguas colonias británicas, principalmente.
La historia de Sally Morgan se sitúa en Australia. En su libro “My Place”, nos relata cómo fue su infancia... y cómo fue descubriendo sus raíces aborígenes conforme se iba haciendo mayor. Recuerdo el tremendo shock al leer aquello... Su relato es a la vez utópico y aterrador. Lo aterrador es que en una “única historia” como esta, una muchacha adolescente no sea consciente de su propio color de piel, por causa de una educación recibida desde su propio entorno familiar... más bien una des-educación. A pesar de eso, Sally no guarda ningún sentimiento amargo para sus abuelos. Ella sabe que aquella “desinformación” era una especie de técnica de supervivencia en aquel contexto, Australia, años 60, en el que los blancos consideraban a los aborígenes moralmente inferiores, intelectualmente inferiores, culturalmente inferiores... Por otro lado, lo utópico está en pensar que ojalá no fuese importante ser blanco, negro o aborigen en ningún lugar, si bien eso no impida conocer el pasado y las raíces de tu propia familia.
Estos autores “no ingleses” se estudian en menor profundidad que los clásicos, pero su papel en la Historia de la Literatura, y en la misma Historia de sus propios países fue y sigue siendo determinante en el desarrollo de un país desde un punto de vista cultural, histórico, educativo y sociológico. Estos autores están ahí, pero no busquéis una fotografía de Sally Morgan, porque quizá no la encontréis.
Más conocidos son Chinua Achebe, Wole Soyinka, o Albert Camus, estos dos últimos fueron Premios Nobel de Literatura. [Albert Camus nació en Argelia, aunque era hijo de colonos franceses que vivían allí].

El problema de la “historia única” es evidente, por eso son tan importantes los representantes de la Cultura, para dar a conocer las diversas y ricas realidades de un país, de un lugar; esa es su responsabilidad. Realidades que a veces serán duras y trágicas, y que otras veces serán hermosas y cargadas de esperanza. Muchos de estos escritores no tuvieron apenas acceso a bibliotecas, o tan siquiera a un puñado de libros, pero su hambre de camino les llevó a crecer, a crear y luego a compartir esas creaciones. Y después a crear revistas, periódicos, bibliotecas, escuelas. Así se escribeN laS HistoriaS. Nuestro afán de conocimiento debe ser el que debe empujarnos a querer conocer esas miles de historias diversas que nos desvelen la historia plural. “El hombre inteligente cree solo la mitad de lo que escucha, el hombre sabio sabe cuál mitad creer” (Jeff Cooper).

Mi afán me lleva a conocer la música de los senegaleses Iso Lö y Cheik Lö, que allí son como Camarón aquí. (¡Cheik Lö incluso estuvo en Etnosur!). Conozco la historia de Chinua Achebe, de Yossou N’Dour, Pierre Akendengue. Sé que el gigante sudanés Manute Bol (jugador de baloncesto) volcó su vida en proyectos contra el hambre, las enfermedades, las injusticias y la guerra en su país. Intento conocer y comprender las barbaridades que se cometen antes y ahora en Libia, en territorio Saharaui, en Egipto, Irán, Korea, Israel y Palestina, Nigeria, Colombia, Chechenia... la lista es interminable...
También nos encontramos con los testimonios de personas que sufrieron en Alemania, Polonia, Sudáfrica (y más concretamente en Soweto), Nepal, como los de Ana Frank, Mandela, Albert Schweitzer. Albert Schweitzer fue uno de los pocos europeos que fue a África a dar, no a llevarse. Pasó años en Gabón curando enfermos de lepra... Curiosamente, era tío de Jean Paul Sartre. Waldemar Bastos canta por una Angola en paz... Afortunadamente, esta lista de personas que hablan, gritan, cantan, viven o luchan (pacíficamente) por un mundo mejor, también es interminable.