Es curioso
cómo nos llegan las historias de la Historia... De pequeños nos enseñaron en la
escuela que “los moros” invadieron España en el año 711 y que nosotros, “los españoles”,
no conseguimos echarles hasta 1492. Nos lo enseñan sin comillas. Nos hablan,
por tanto, de la ocupación árabe de España, y que los españoles estuvimos
sometidos a ellos y peleando con ellos durante ochocientos años, hasta 1492. No nos hablan
tanto, aunque también, de la riqueza cultural que trajeron consigo. Entonces,
¿fueron 800 años de invasión musulmana? Rotundamente, NO. La invasión duró
nueve años. Nueve. En el año 720 la conquista estaba completada.
Por
otro lado, nos enseñaron otra historia de la Historia, curiosamente parecida;
nos enseñaron que Cristóbal Colón llegó, vio y descubrió América, en un acto de
fe divina, providencia real, suerte y valentía sin igual en la Historia de
España... aunque... bueno... Colón era genovés. Y allá que ‘fuimos’ los
españolitos, carpetovetónicos todos, a colonizar, a alfabetizar a los pobres
indígenas, a evangelizarlos a todos. No nos hablan tanto de que cuando les
llevamos los evangelios... “se los clavamos en las sienes”. Nos enmascaran el
traslado –quiero decir expolio– de toneladas de oro que los conquistadores
españoles extrajeron y trajeron desde América hasta España, con mano de obra
indígena esclavizada, claro. Nos ocultan que los indígenas que se resistieron o
se sublevaron fueron asesinados por los ejércitos de la Corona, que actuaban
“en nombre de Dios”, capitaneados por los famosos y valientes conquistadores.
Por poner un ejemplo, se nos dice que el famoso conquistador Hernán Cortés
derrotó a los Mayas, y a los Aztecas. No se nos dice que su ejército masacró en
cinco horas a 5000 habitantes de la ciudad de Cholula. Permanecieron allí dos
meses y antes de marcharse incendiaron la ciudad. Posteriormente, Cortés trasladó
sus famosas “naves barrenadas” y sitió a los aztecas durante meses, y el pueblo
azteca casi acaba exterminado. Lo que yo recuerdo de la enseñanza educativa que
me inculcaron en las sienes es el encuentro de Hernán Cortés con Moctezuma,
quien tomó a Cortés como un semidiós y le colmó de oro y regalos. Nunca se nos
dijo que muchos conquistadores resultaron ser unos invasores ambiciosos y
violentos, ni que las torturas eran frecuentes. A pesar de ser considerado
“rebelde”, la Corona española recompensó a Cortés con varios títulos, entre
ellos el de Capitán General y Gobernador de Nueva España.
Pero
claro... a estos episodios nos referimos como la “ocupación” árabe, la
“invasión” de los moros... en contraposición a la “colonización” de América, o
el “descubrimiento” del nuevo mundo... curiosos eufemismos.
La Historia la
dicta quien la escribe. La Historia hay que contarla como Historia, no
como opinión, y mucho menos como conveniencia, o como arma política, religiosa
o ideológica. Imagina cómo sería Abderramán III. Seguro que la imagen mental
que tienes de él es la del estereotipo arabesco, de piel oscura, ojos negros y
nariz afilada. Sacando más punta, con cara de malo (En una palabra... seguro
que tienes en mente a Jafar, el malo de Aladdín). Seguro que nunca te dijeron
que Abderramán III era rubio y tenía los ojos azules. Abd al-Rahmán, que así se
llamaba, tenía ascendientes europeos. Después de siglos en la península, los
pueblos árabes (y bereberes, y judíos, y romanos...) se habían fusionado social,
cultural y biológicamente con los habitantes españoles patrios y “puros”... que,
para más inri, por el siglo octavo
eran en su mayoría... ¡visigodos! El territorio lo poblaban los habitantes que
quedaron después de la Hispania Romana, de los pueblos iberos, de los celtas
(en el norte) y los Reinos Visigodos. Y convivieron durante siglos con los
moriscos, mozárabes, muladíes y judíos (mejor o peor integrados; con las
diferencias lógicas). Abderramán I se casó con una esclava visigoda convertida
al islamismo. Su nieto tenía el pelo “de color trigueño” según los escritos; y
su ejército lo formaban árabes, bereberes, yemeníes, sirios y soldados
cristianos (eslavos, francos e hispanos). La leyenda dice que todas las
palmeras de la península proceden de una palmera que el mismo Abderramán I plantó
en Córdoba. Pasaron generaciones hasta que llegó al poder Abderramán III, cuya
abuela era la hija del Rey de Navarra, de raíces francas). Y sí, tenía los ojos
azules y el pelo de color “rojizo claro”. Eso sí, eso no quita que el Califa
fuese un jefe cruel y sanguinario, que lo fue, y bajo su califato comenzó la
reconquista por parte del Reino Astur-leonés.
A la antigua
Hispania romana, dividida en dos reinos visigodos por el año 711, llegaron 8000
africanos (árabes y bereberes, principalmente). Trajeron guerra y muerte, sí,
duras batallas, pero una vez asentados dieron vida a uno de los centros más
relevantes del mundo, Al Andalus, en cuyo territorio florecieron Córdoba,
Medina Azahara, Medina Sidonia, Gades, y también nuestra Qalat ben Zayd. Se
implantaron sistemas hidráulicos innovadores, acequias, sistemas de cultivo; hubo
impresionantes avances en medicina, matemáticas, filosofía, poesía... y
preservaron para Occidente el conocimiento de Aristóteles en sus bibliotecas.
En nuestro idioma actual mantenemos una herencia de 4000 palabras de origen
árabe. Por su lado, la Reina Isabel la Católica (bien conocida por su falta de
higiene) se refería a los cientos de baños árabes y saunas construidos
diciendo: “¿para qué quieren tantos baños?”. Como dato adicional, una vez completada
la conquista, la calidad y la esperanza de vida comenzó a descender desde el S.
XIV hasta el S. XVIII, por los niveles de insalubridad, falta de higiene y las
epidemias que esto conllevó.
Mientras
tanto, en América nos dedicamos a llevarles un dios que no habían pedido y, a
cambio, les expoliamos sus riquezas, igual que el imperio británico hizo en
Egipto o Grecia ‘por el bien del patrimonio’. Exhibían en España arte
precolombino, oro y plata, mientras los soldados mataban, esclavizaban,
violaban y torturaban a placer. Estas riquezas, de hecho, eran cedidas a la
Iglesia para su administración.
En Qalat ben
Zayd (tierra habitada desde el Neolítico), llamada después Alcalá la Real tras
la llegada del rey Alfonso XI, los árabes dominaron la fortaleza hasta el año
1341, cuando el asedio castellano culminó en la rendición y posterior
liberación de la población árabe, que marchó hacia Granada, ciudad que se rindió 150
años después. Es extraño por tanto, que después de dos mil años de convivencia
entre pueblos y culturas que han habitado el territorio peninsular, sigamos
considerando “lo nuestro” como lo bueno y lo puramente “español”, y lo demás
sea lo “extraño”, extranjero, diferente y ajeno, cuando estoy seguro de que por
nuestras venas corre sangre visigoda, romana, ibera y árabe, como corría por
las venas del mismísimo Abd al-Rahmán III.
Versión estremecedora de Cortez the killer,
por Grace Potter, Joe Satriani... Puro éxtasis musical.