9 de abril de 2013

LUIS EDUARDO AUTE - Granada, 7 abril 2013.



 A día de hoy podría decir que Luis Eduardo Aute sale a escena diciendo que no quiere ser una leyenda, sino todo lo contrario, sea lo que sea eso. Declaración de principios bienintencionados, y por eso amenaza diciendo que, sintiéndolo mucho, va a cantar las once canciones del nuevo disco. Como no le ponen en la radio –dice–, ni en la tele, ni en ningún lado, pues no le queda otra. Aquí empezaba un concierto extraordinario, un aute-ntico despliegue de emoción, entrega absoluta y generosidad de el niño que miraba el mar. 
A día de hoy sólo puedo decir que antes de empezar el concierto, se ilumina la pantalla de cine y se proyecta la impactante película El niño y el Basilisco, un cortometraje de animación, dibujado a lápiz fotograma a fotograma por el propio Aute. Al terminar se escucha de fondo El niño que miraba el mar, un estremecedor Aute que se encuentra con el niño que fue. 



De pronto vi prodigios... porque yo pensaba que aquello sería un concierto, pero no... porque Aute regaló una conferencia po-ética, filosófica y musical, hilando verso a verso, palabra por palabra, latido a latido, fotograma a fotograma, con delicadeza exquisita, con franqueza extrema, con el corazón latente; y fue mezclando aleluyas con herejías, ánima y animal, amor con sexo, musas y soledades, seriedad y humor, muerte y orgasmos, todo impregnado con el ingenio genial que derrocha en poemigas y canciones. Aute no da un concierto: Sienta cátedra.

Queda la Música... A un concierto de Luis Eduardo Aute hay que ir con cuaderno de notas y lápiz para no perder detalle. Los ojos bien abiertos, aunque cerrando los ojos y abriendo los cerrojos se puede apreciar mejor el silencio... Nunca sentí un público callado en un silencio tan abrumador... todos atentos, boquiabiertos... y un poco asustados por la ‘irónica advertencia’ de podéis cantar conmigo, pero muy bajito para que no se oiga. Así, lo más extraño es esa repetición de escalofríos. 

¿Por qué este extraño escalofrío? Tal vez porque él recordó a John Lennon, y yo recordé a Dear Peter Gabriel; y él recordó que le dice el corazón que no es de este planeta, y recordé que temo a la madrugada, y recordó que entre morir o matar... prefiere amar, y yo recordé que es el cuerpo un lobo para el cuerpo cuando el alma está famélica. Y se hizo invisible, y nos habló del giraluna (un girasol disidente que intuía que algo tenía que pasar... y tuvo fe, y tuvo criterio propio, y salió la Luna... y pudo verla, extasiado, y la Luna, generosa, se acercó y giró para enseñarle su cara oculta, sólo al giraluna). El giraluna es la aguja en el pajar que busca todo poeta. Y entonces... ¿Por qué este extraño escalofrío? Tal vez porque se abrió de par en par para cantar Al Alba a pecho descubierto, sin instrumentos, inundando la sala de silencio, estremecimiento, admiración por una letra escalofriante, una melodía inolvidable, y una voz desgarradora, desgarrada por la luz de los años. Para mí es sin duda la canción más sobrecogedora jamás escrita, con todo lo que dice, por cómo lo dice –y lo canta– Luis Eduardo Aute, el mayor poeta vivo sobre la Tierra.


5 comentarios:

estrella dijo...

Cómo me habría gustado estar en ese concierto. Te agradezco tu poética narración, con suficientes detalles como para dar rienda suelta a la imaginación.

Neoícaro empedernido dijo...


Gracias por pasar por mi cubil...
Si tienes la oportunidad de ver a Aute, no lo dudes. Es una descarga de energía brutal... de este demiurgo de mis sueños.

Saludos!

estrella dijo...

Ya lo creo. Lo he visto una vez, pero no en concierto.
Gracias de nuevo.

estrella dijo...

Esos ojos de lobo me inquietan.

Neoícaro empedernido dijo...

Vienes a que te cuente el lobo qué es la emboscadura?

Estoy poniendo algunas letras autianas en twitter.
@KaizEnRiq

Saludos y aullidos...